El entrenador como principal fuente de motivación
1.
El
entrenador y la motivación
2.
Influir
en la motivación de un deportista:
- Establecimiento
de objetivos
- Reforzamiento
- Autoconfianza
3.
Tipos
de entrenador
4. El entrenador como determinante de la autoestima
4. El entrenador como determinante de la autoestima
1. El entrenador y la motivación
El rol que representa el entrenador
dentro de la motivación de los deportistas es un hecho innegable. Y también lo
es, que si una persona no está motivada difícilmente será capaz de motivar a
los demás. Por ello, un buen entrenador debe poseer los recursos necesarios
para ayudar a que los deportistas consigan sus objetivos, es decir, debe saber
motivarlos para influir de la forma más adecuada en su rendimiento.
Podríamos decir que la motivación es “tener un objetivo y hacer las cosas de la
mejor manera posible para conseguirlo, mostrando predisposición a alcanzarlo”.
Y, por tanto, estar motivado en el deporte es “querer realizar un buen rendimiento haciendo lo máximo posible para
conseguirlo”.
Estar motivado implica, por un lado, un
componente energético, la activación. Por otro lado, un componente de necesidad
relacionada con los objetivos individuales de cada deportista. Por ello es de
suma importancia que el entrenador sepa motivar a los jugadores activándolos
pero también sepa guiarlos en la consecución de sus objetivos.
Y es que estar motivado se trata, en el
fondo, de si el deportista está más o menos orientado hacia la actividad que
realiza, es decir, si es constante en su asistencia, disciplinado en el
trabajo, persistente para conseguir ganar una competición o dominar una habilidad,
etc. Según Weinberg, el deporte es una actividad física en la que la persona
que lo practica pretende obtener el máximo rendimiento posible siguiendo un
reglamento, consiguiendo un nivel mínimo de rendimiento desde el cual podrá ir
mejorando.
Por tanto, el rendimiento estará
compuesto, por un lado, del TALENTO o habilidades que los deportistas poseen,
ya sean innatas o aprendidas; y, por otro lado, la motivación o la actitud que
las personas demuestran hacia la actividad realizada. Podremos decir que la
motivación es un proceso y como tal puede entrenarse para ir transformándolo y
alcanzar el nivel más adecuado dependiendo del deporte realizado.
2. Influir en la motivación de un
deportista:
Sabemos que las causas de la motivación
pueden ser muy variadas, desde la obtención de buenos resultados en una
competición, el reconocimiento social, el propio proceso de aprendizaje, hasta
las recompensas extrínsecas recibidas por los resultados o por el rendimiento
realizado. Por ello, el entrenador puede contribuir en la motivación de un
deportista:
Ø Haciendo
que el deportista aprenda.
Ø Haciendo
que gane competiciones.
Ø Teniendo
una buena comunicación y empatía con él.
La función principal del entrenador
será hacer que el deportista no sólo aprenda, sino que se dé cuenta de que lo
está aprendiendo. Para ello, debemos de hablar de los objetivos que los
deportistas quieren conseguir, esto hará que se impliquen en ellos y se
esfuercen por conseguirlos. Y una vez consigamos la dirección, como
entrenadores deberemos centrarnos en distribuir de forma adecuada las
recompensas y alabanzas que vayan indicándole al jugador que está trabajando en
la línea adecuada o no.
ü Establecimiento de objetivos
El deportista debe tener claro los
motivos por los cuales entrena y los objetivos que deberá conseguir en cada
práctica deportiva., además necesita saber los medios que deberá utilizar para
conseguir los resultados esperados.
Los objetivos que deben establecer
nuestros deportistas deben ser: positivos,
individualizados, desafiantes, realistas y claros.
El hecho de fijar objetivos
individuales tiene grandes beneficios en el rendimiento del deportista como:
Ø Consigue
un nivel específico de eficacia en la tarea.
Ø Incrementa
la cantidad de trabajo en más de un 50%.
Ø El
concepto de éxito cambia, ya no estará orientado a ganar o perder, sino se
orientará a conseguir el objetivo fijado.
Ø Mantiene
motivado al deportista durante los entrenamientos.
Ø Se
consigue un mayor compromiso.
Ø El
deportista puede controlar personalmente su evolución en el logro de objetivos,
etc.
ü Reforzamiento
Decimos que el refuerzo es cualquiera
de las consecuencias que se derivan de nuestras conductas y este guarda una
estrecha relación con la motivación y la autoestima del deportista junto a los
objetivos que se marca.
La importancia reside en la forma de
aplicar estos refuerzos, que de la manera adecuada aumentarán la probabilidad
de que mejore no sólo el rendimiento, sino como bien hemos visto antes, también
la autoestima y actitud (motivación) favorable hacia la práctica deportiva.
¿Qué debemos recompensar?
Debemos premiar la ejecución por encima
del resultado de la acción; los esfuerzos por encima de los éxitos; las
aptitudes emocionales y sociales; valorar actitudes como el compañerismo y la
cohesión de grupo; recompensar con más frecuencias cuando se está aprendiendo
una habilidad nueva y, más ocasionalmente, cuando ya está aprendida.
Principales errores:
Recompensar de forma indiscriminada,
pues así las recompensas comienzan a perder valor; dar por supuesto conductas
positivas, es decir, una vez hemos conseguido una acción o conducta adecuada
debemos seguir proporcionándoles feedback positivo de vez en cuando; recompensar
cuando no se lo merecen; solo recompensar la conducta apropiada y no hacerlo
con las aproximaciones a la misma; abusar de recompensas extrínsecas.
ü Autoconfianza
Es la variable más determinante en la
motivación del entrenador.
Debemos de tener en cuenta que el
entrenador es para el deportista la principal fuente de información acerca de
su propia competencia y habilidad. Por tanto, la autoconfianza de los
entrenadores acerca de su preparación técnica, táctica y psicológica es determinante
porque influye directamente en el rendimiento de sus deportistas. Además, la
confianza de los entrenadores es equivalente a la autoeficacia de los
deportistas.
Gestionar un grupo no es nada fácil y
debemos estar preparados para ello. Debemos tener confianza en nuestro aspecto
técnico para enseñar habilidades, detectar errores y evaluar de forma continua
a los jugadores, también debemos tener confianza en el aspecto interpersonal,
nuestra capacidad de comunicación, motivación y habilidades sociales; y, por
último, debemos tener confianza en la competición para tomar decisión críticas,
entrenar bajo presión y adaptarnos al ambiente cambiante del juego.
3. Tipos de entrenador
Podemos encontrar diferentes estilos de
entrenador según la importancia que otorgan a la relación del afecto y la
satisfacción de las necesidades, con el control y la disciplina.
El modelo que os presentamos muestra
cuatro perfiles diferentes:
Ø Indiferente o desorganizado:
entrenadores inexpertos, con baja motivación y autoconfianza. Tienen problemas
de comunicación, son bastante desorganizados y transmiten poco interés por la
práctica deportiva.
Ø Permisivos:
son los entrenadores amigos o colegas, suelen vincularse más de lo debido a los
deportistas. Suelen bloquearse tras sentir frustración y son malos
competidores. Por otro lado, compensan siendo buenos comunicadores y
entendiendo los sentimientos y necesidades de los deportistas. Su forma de
motivar está basada de forma exclusiva en los sentimientos.
Ø Autoritarios: racionales,
basan su motivación en la táctica, esfuerzo y sobre-entrenamiento. La base de
su seguridad reside en tener todo bajo control, son poco dados a la
comunicación emocional. Un entrenador de estas características puede ser
positivo en equipos adolescentes donde se encuentran en una etapa de búsqueda
de límites.
Ø Democráticos:
son aquellos que combinan la parcela afectiva y de necesidades con el control y
la disciplina. Buenas dotes como motivadores, presentan un alto grado de
confianza en ellos mismos y consiguen un balance adecuado entre el afecto y el
control. Buenos comunicadores y usan el razonamiento para dar las
instrucciones.
Ø “Chamán”:
su motivación no sólo radica en el control y la disciplina, afecto y
satisfacción de necesidades sino que aporta valores como la autoaceptación, la
atención activa y consciente, la compasión y un estado de “insight” (estar
fuera y dentro a la vez, es decir, ser capaz de filtrar información externa
acerca de lo que nos rodea y a la vez interna, de lo que sucede dentro de
nuestro cuerpo).
Esta
posición espiritual-chamánica requiere llegar a ser humanos aceptando nuestra
imperfección, y que la motivación del deportista/s resida en la autoaceptación.
Para este tipo de entrenadores la victoria no es un fin sino la consecuencia de
un proceso, y así se lo transmiten a sus deportistas.
4. El entrenador determinante en la
autoestima
Las conductas del entrenador van a ser
determinantes en cuanto a la creación de un clima de aprendizaje y convivencia
entre los jugadores que favorezca las relaciones positivas entre compañeros.
Ciertas características del entrenador están asociadas a mayor desarrollo de la
autoestima de sus jugadores. Así, influirá, la propia autoestima del
entrenador, la percepción positiva del jugador por parte del entrenador, un
estilo de liderazgo democrático y razonado, la capacidad de escucha atención a
las necesidades de los jugadores, la comunicación, el sentido del humor como
técnica de control para ciertas situaciones durante el entrenamiento, una baja
evaluación negativa de los jugadores, entrenamiento planificado pero, a la vez,
creativo e imaginativo, etc.
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