Capítulo II: Comienza mi pesadilla



Esa imagen, esa acción... Los segundos más largos de mi vida. Nunca podré olvidar ese dolor tan intenso, la forma en la que sentía que mi rodilla quemaba por dentro ¿Y si no hubiera corrido?, ¿y si me hubiera parado antes?, ¿y si, y si, y si...?
Estas son las primeras preguntas que se hace uno cuando aún no sabe lo que le espera. Una vez sabes que tienes una lesión grave que encima requiere de cirugía comienza ese: ¿¡POR QUÉ YO!? 

Por aquel entonces yo no sabía de lesiones, lo máximo que me había hecho eran esguinces de tobillo y de dedos de las manos. A pesar de eso me lo tomé "bien", sólo quería volver cuanto antes dentro de la pista y volver a ser Yo. Ya no me conocía sin hacer balonmano, ya no valía lo mismo, ya no estaba tan segura de mí porque faltaba una parte con la que definirme. Es una sensación muy extraña, pero no conocía una Cristina sin deporte. Desde los 6 años esa era yo, la chica deportista, la inquieta, la jugadora de balonmano. Y cuando de buenas a primeras eso se paraliza, queda un vacío en ti, hay una parte de ti que falta, de ahí que cueste tanto quererse y valorarse sin este rol.
Pero volvamos al tema, debido a problemas de crecimiento no pude operarme hasta pasados 7 meses de la lesión pues yo tenía 14 años y me encontraba en "pleno estirón", como se suele decir.
Tras esperar esos 7 meses llena de angustia e impaciencia por volver a estar al lado de mis compañeras y de saborear las victorias dentro del campo, me operaron en Diciembre (no recuerdo el día exacto porque han sido tantas al final...).

La noche de antes no podía dormir, estaba impaciente porque todo pasara y poder empezar a recuperarme. Tras pasar por quirófano, todo PARECÍA ir de escándalo, apenas en 10 días ¡ya había ganado casi toda la flexión! De ahí la palabra PARECER...
A los 15 días fui con mi madre a la primera revisión (todo en Málaga pues es donde tuve que operarme a través del seguro deportivo), cuando llegué a la consulta la rodilla no tenía buen aspecto. Y en el momento en que el médico, cuyo nombre prefiero olvidar, me retiró los puntos de la cicatriz inferior... Comenzó la función. Se abrió toda la herida y había indicios de que sufriera una grave infección.
Nos pidieron que no nos fuéramos a Granada y que esperáramos unas horas hasta obtener los resultados de la muestra del líquido que sacaron de mi rodilla izquierda, la cual fue enviada a laboratorio. Cuando nos llamaron, no nos dieron opción: ¡Operación de urgencia! Tenía una grave infección, la cual casi desemboca en una sepsis (https://medlineplus.gov/spanish/sepsis.html) .

¿Resultado? 15 días en el hospital ingresada en Málaga, lejos de casa y de cualquier familiar que no fuera mi madre. Fueron unos días duros, pero al fin y al cabo era una niña con ansias de volver a jugar, era capaz de superarlo todo. Recuerdo cuando aparecieron unas compañeras y amigas de la selección con un peluche gigantesco para mi, en esos momentos sólo podía pensar: "Gracias a este deporte he conocido a gente tan increíble como esta". Por supuesto con los años se ha ido reafirmando este pensamiento, de hecho, tengo amigas de más de 10 años a las que considero parte de mi familia gracias a haberlas conocido en la pista de balonmano.

Volvamos a lo que nos atañe, debido a la infección (la cual no me explicaron a que se debió, sólo que le pasaba a 1 de cada 100.000 pacientes) los tornillos se soltaron por lo que el ligamento quedó inservible, cosa que el médico decidió guardarse para sí  mismo (gran profesional donde los haya). 
El resto de recuperación fue "normal", estaba llegando al final de la meta, ya estaba corriendo y poniéndome a tono, pero cuando acudí en Junio a la consulta con la intención de recibir el alta médica...

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