Capítulo IX: Rodilla Izquierda 2.0 (Parte II)

Tras operarme en una de las clínicas más prestigiosas el 30 de Marzo de 2010 comenzó lo que significó el fin de una larga pesadilla, siempre con algún pero que dificultó un poco las cosas…
Como bien dije en el anterior capítulo la clínica a la que mi madre optó por llevarme cuando los seguros decidieron no hacerse cargo de mi lesión está en Madrid. Fueron dos años bastante duros para ambas, pero más para mi madre pues ella era la que se encargaba de todo.
La verdad que tengo varias anécdotas de aquel tiempo. Por ejemplo, el conocer a ese médico tan importante en persona y sentir que le importaba y me trataba con un gran aprecio; o incluso toparme con gente famosa en la clínica, el más importante fue Fernando Torres, “el niño”. Recuerdo que me moría de vergüenza por pedirle una foto pero con la ayuda de mis padres la conseguí, ahora anda perdida entre los muchos archivos de un ordenador obsoleto en casa.
Lo más significativo de aquel tiempo fue quizás el hecho de poder compartir momentos con mis padres juntos, como nuestros bocatas de jamón serrano en una de las mejores áreas de descanso o el viaje de vuelta de la operación, en el cual tenía que tener la pierna con una escayola totalmente estirada, y me encontraba entre almohadas con el culo totalmente dormido. Lo cierto es que todo aquello para mí fue como una aventura, muchos viajes, perderme muchos días de instituto, vivir momentos que de otra forma seguramente no habría vivido…
Para mi madre, sin embargo, era un esfuerzo constante. Significaba tener que pedirse días continuamente para poder ir a las citas médicas, hacer dobles turnos para que se los cambiaran por esos días, estar con el agua al cuello pagando lo que deberían de haber cubierto los seguros… En esos momentos solo podía pensar lo desdichada que YO era por sufrir tanto, por ver que la única cosa que disfrutaba de verdad la estaba perdiendo poco a poco, mi deporte y mi círculo de amigas cada vez estaban más lejos y yo solo me paraba a pensar en lo mala que era la vida conmigo. Sin embargo, ahora, desde otro punto de vista, me doy cuenta de que era una egoísta y la desdichada era ella, mi madre, y yo era realmente suertuda por tener a una persona tan valiente, tan generosa y tan fuerte a mi lado..., aguantando cada mala racha, cada bajón, cada mal momento, dispuesta a levantarme una y otra vez y dándome la esperanza que necesitaba para mirar hacia delante y luchar por recuperarme.
El primer mes de recuperación fue muy difícil. Al tener que ponerme un menisco artificial tuve que pasar un mes sin poder doblar la rodilla. No tengo muchos recuerdos de esas semanas, será que el cerebro es una máquina tan potente que nos hace olvidar ciertos momentos de dolor. Tras pasar ese mes todo empezaba a rodar, muy lenta y pausadamente, pero había movimiento hacia delante.
Aquí nombraré a otra persona que ha sido clave en todo este proceso. El fisioterapeuta más polifacético que he conocido y que me ha transmitido ganas de avanzar, seguir, soñar y querer más de la vida, pues él es un buen ejemplo de todo ello. Él ha sufrido a mi lado cada recaída, cada situación extraña, cada peldaño que parecía ser más alto de lo normal…, pero me ayudó a conseguir ese objetivo tan ansiado de recuperarme y volver a una pista de balonmano.
Solo puedo decirte gracias por todo.
La rehabilitación la realizaba en Granada y solo viajaba a Madrid para las revisiones médicas. Los primeros meses de rehabilitación fueron muy bien pero todo empezó a torcerse cuando empezamos a intentar ganar los grados de flexión que me faltaban. Como much@s de vosotr@s sabréis, la mayoría por experiencia propia, para ganar la flexión mediante trabajo manual con el fisioterapeuta debes tumbarte boca abajo mientras el fisio va doblando la rodilla poco a poco, aunque hay momentos en los que debe forzar un poco para conseguir más grados. Para unas personas es doloroso y para otras no, para mí estaba siendo un espanto. Me dolía mucho, intentaba relajarme haciendo respiraciones (pero era peor que si estuviera dando a luz), incluso pensé en ir drogada a ver si el dolor era menos intenso…, ja ja (claramente nunca lo hice). Intentaba soportar el dolor como fuera para conseguir todos los grados de flexión pero no había manera. De repente, apareció un dolor muy intenso en la cicatriz inferior y un bultito que se podía palpar y ver claramente a través de la piel. Esto significó que volvía a rechazar el material quirúrgico y necesitaba que me retiraran los tornillos. Cuando pasaron 6 meses de la intervención me volvieron a abrir la rodilla para poder quitarme los tornillos, esto fue sobre Septiembre de 2010.

Una vez me recuperé de esta cirugía reanudamos la rehabilitación. No sin nuevos inconvenientes. Habían pasado apenas dos meses cuando empezó a aparecer en la parte interna del muslo, cito textualmente un correo electrónico que mi fisio envió a la clínica: “nos hemos encontrado con un aumento de la zona de edema en la cara interna del muslo muy doloroso, con cambios en la coloración de la piel y de tacto muy duro”. Tras realizarme varias resonancias la conclusión fue que tenía un hematoma de unos 4 cm entre la cortical del fémur y el vasto interno con moderado derrame articular.

Por suerte y con el paso de los meses se fue disolviendo y desapareciendo. Terminaba aquí mi pesadillaPERO solo fue por un tiempo.

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