Capítulo IV: Reiniciamos

Hacerte a la idea de que después de 7 meses de rehabilitación, cuando se supone que todo iba a terminar, en realidad comienza de nuevo todo el proceso, no es fácil. La sensación es esa en la que crees que te pasas la pantalla más complicada del juego y justo cuando lo vas a conseguir, tienes que empezar de cero.

Por supuesto yo solo quería que todo acabara, que la operación fuese lo antes posible y comenzar a recuperarme cuanto antes.

Me volvieron a operar de la rodilla izquierda el día 28 de Agosto de 2008, ya era la tercera vez que pasaba por el quirófano así que no tenía ningún tipo de nervios, ahí comenzaron las sensaciones de enfado.

Recuerdo que los días antes de la operación andaba hablando con mis tí@s y prim@s acerca de la nueva cirugía, y una de mis tías me contó que  cuando te ponen anestesia general te entuban para controlar la respiración y que muchos pacientes vomitan cuando les retiran el tubito... 

Llegamos a Málaga sobre las 7 y media de la mañana, esta vez era un hospital distinto que estaba en el centro de la ciudad y, lo mejor de todo, ¡estaba en obras!. La habitación era un poco cutre en comparación a la del hospital de las anteriores veces y lo de los ruidos insoportables de las obras..., no sé como calificarlo. Me preparé con mi camisón y los patuquitos correspondientes para entrar al quirófano. Y ahí estábamos mi madre y yo, esperando a que de nuevo vinieran a por mi para abrirme la rodilla por tercera vez.

Me bajaron en la camilla como es usual, una vez en la zona de quirófanos me pidieron que entrara andando al mío y me tumbara en la mini camilla de operaciones. Era la primera vez que entraba por mi propio pie a un quirófano y la sensación fue muy extraña. Ahora es cuando aparece el doctor, el cual cree que hacerle bromas a una niña de 15 años cuando le va a operar por tercera vez es gracioso y ayuda de alguna manera: 

-"¿Qué rodilla era?, jaja"

-"Ja...ja, ¿la que está llena de cicatrices, tal vez?" (sonrisa falsa de "tienes la gracia en el lugar donde te patearía con la pierna buena")

Si no me caía nada bien, iba perdiendo puntos por momentos.

Me tumbé en la camilla, comenzaron a ponerme los maravillosos electrodos que te dejan el pegamento durante 1 semana, me pusieron la vía intravenosa por donde irían las estupendas drogas "quita-dolores" y los antibióticos, y me pusieron una super-mascarilla con la que me dormí. Estuve inconsciente durante toda la operación, solo desperté cuando me sacaron ese maldito tubo por la boca. Me dormí pensando en lo que me dijo mi tía: "muchos vomitan al sacarle el tubo"; pues bien, comencé a vomitar nada más abrir los ojos y volví a perder el conocimiento... 

Una vez en reanimación, volví al mundo real para seguir escupiendo saliva con los peores espasmos de mi vida. Recuerdo notar algo calentito en la parte izquierda de mi cara, era una gasa gigante empapada de mis babas, "¡Buagg!".

La verdad que ha sido la peor vez que he despertado de la anestesia, me tiré horas y horas vomitando y no pude tomar ni agua hasta las tantas de la madrugada. Vinieron algunos de mis tíos y primos a verme a lo largo de la tarde; estaban en la habitación mientras yo pedía un cubo para expulsar mi estómago por la boca (ya no podía echar nada más).

Al día siguiente nos volvimos a casa. Tuve que estar unas semanas sin apoyar la pierna para que todo cicatrizara bien. Tras estas semanas comencé de nuevo la rehabilitación,  la cual fue de escándalo y mucho más rápida. 

A los dos meses, este gran profesional me dio el ALTA MÉDICA DEPORTIVA, la cual especifica claramente que "la deportista puede reincorporarse sin limitaciones a su normal actividad deportiva". Raro que me diera el alta pues sus palabras antes de entregarme el papel fueron: "yo que tú no haría más deporte de competición" (¡¡BANG!!).

No entendí aquellas palabras, es decir, ¿me ha operado este señor tres veces y aún así no me ha dejado bien?, ¿esto es lo que se supone que hace un traumatólogo deportivo, meterte miedo?.

No tuvo que pasar mucho tiempo para que lo entendiera todo...