Capítulo VI: Siempre hay peros

Lo que prosiguió a los resultados de esa resonancia bien podría incluirse en la trama de una película, de esas en las que piensas constantemente: “¡No puede estar pasándole eso!”. Parecía que todos los astros estaban alineados en contra de que pudiera volver a disfrutar en la pista.
Una vez recibidos los resultados que aseguraban no tener una nueva lesión, proseguí persiguiendo mis objetivos y trabajando muy duro para conseguirlos, aunque siempre aparecía un pero… En la última concentración con la Selección Andaluza, que se realiza la penúltima semana del mes de diciembre, tuve el primer susto. En un movimiento la rodilla volvió a quedarse bloqueada; tenía cierta limitación en la flexión y extensión de la misma pero, sobre todo, tenía un dolor muy agudo en un punto concreto de la rodilla (en la zona externa). Los fisios no conseguían averiguar qué podía estar pasando dentro de mi rodilla, pues con las pruebas en mano todo parecía estar “normal”.
Los bloqueos de rodilla se fueron haciendo algo rutinario: se me bloqueaba la rodilla, yo iba al fisioterapeuta, él me intentaba mediante diferentes movimientos desbloquear la rodilla, y unas veces lo conseguía y otras me iba con mi punto de dolor. Todo un ritual que yo ni siquiera sabía si era normal. Cuando me molestaba la rodilla tenía que parar porque a pesar de que las pruebas decían que no había nada roto algo debía de haber mal dentro para que yo estuviera sintiendo dolor; sin embargo, podía tirarme una semana entera o más entrenando a tope sin tener molestias... La situación era muy extraña, nadie se pronunciaba; yo intentaba ocultar a mi madre (dentro de lo posible) las molestias y dolores que tenía pues quería jugar, y ninguno de los fisioterapeutas que me trataban eran capaces de sacar conclusiones acerca de la rodilla, por lo que el tiempo iba pasando y yo seguía intentando llegar a encontrarme en condiciones en la pista.

Finalmente llegó el Campeonato de España por selecciones, este fue celebrado en Valladolid. Para cada Campeonato la selección ponía dos autobuses en los que íbamos infantiles y cadetes tanto masculinos como femeninos. No recuerdo de dónde salía el bus, solo que paraba en la Estación de Autobuses de Granada y ahí es donde yo me unía al grupo. Cargados de maletas, ilusiones, nervios y muchísimas ganas nos dirigíamos a nuestro destino con la intención de quedar lo más alto posible.
Hago un pequeño inciso para resaltar que, por supuesto, estos son los mejores recuerdos de mi infancia. El poder convivir con amigas de toda mi Comunidad Autónoma durante una semana, amigas a las que sólo había podido ver en las concentraciones y contra las que me enfrentaría en los próximos campeonatos por clubes. Es muy cierto que tienes que renunciar a muchas cosas cuando juegas “a cierto nivel” pero creo que todas mis compañer@s estarán de acuerdo de que merece la pena de forma absoluta. Se crean unos vínculos que duran para toda la vida, a pesar de no vernos a menudo, tengo gratos recuerdos de todas las compañeras que he tenido y les tengo un aprecio increíble.
Llegamos al primer partido (no recuerdo exactamente contra qué selección), no llevaba demasiados minutos en el campo cuando en una caída defensiva la rodilla se volvió a bloquear, esta vez, con la mala suerte de que no había manera de desbloquearla y tuve que quedarme fuera durante todo lo que restaba de partido. Sinceramente, este campeonato lo recuerdo de manera muy diferente, la parte deportiva no tuvo una gran prioridad pues me encontraba en un tira y afloja continuo con la pierna y sufría por no poder estar en la pista dejándome la piel. A pesar de ello pude jugar algún partido y, si mal no recuerdo, quedamos 4ªs de España, algo que nos dolió profundamente pues esta misma generación dos años antes quedamos Campeonas de España y fue un duro golpe para nosotras encontrarnos en la 4ª posición. A pesar del resultado y el frío que pasamos en pleno invierno en Valladolid, me llevo grandes momentos de este campeonato que podría calificar como "diferente".
Después de las pésimas sensaciones que tuve y aún sin saber por qué la rodilla se bloqueaba y me dolía, decidí parar de jugar  unos meses para recuperarme y volver con más fuerza. A finales de Abril y principios de Mayo volví dentro del 40x20 con limitaciones muy claras. Esta vez tuve que colocarme la rodillera postquirúrgica (como se puede apreciar en el vídeo que dejo al final del artículo). Esta rodillera me impedía hacer muchos movimientos, me sentía mucho más torpe y, como veréis en el vídeo, cada vez que caía al suelo parecía tener una "pata de palo". Es cierto que ahora mismo no se podría jugar con una rodillera de estas características pues implica bastante peligro ante choques con otras jugadoras pero en aquellos momentos me pedían simplemente que la tapara con tape.
El primer partido que jugué fue con el equipo juvenil, estaban a punto de clasificarse para el nacional pero necesitaban ganar el último partido. Jugué como pude, pero me sentía totalmente inútil pues no podía dar ni el 50% de mi anterior rendimiento. Finalmente perdimos de uno y no nos clasificamos.

Después vino el “Cadeba” o Campeonato de Andalucía. Este fue algo complicado, sobre todo de jugar. Me sentía totalmente como “Robocop” con la rodillera pero era la única forma de poder estar en la pista sin que sufriera más lesiones o complicaciones. Ganamos dos de los tres partidos por lo que no nos clasificamos y, a pesar de lo sufrido dentro de la pista, esos últimos momentos dentro del campo me dieron la vida. Poder disfrutar con ellas, mis compañeras de siempre, con amigas de toda la vida…
El campeonato marcó el fin de una etapa y el comienzo de una nueva que traería grandes momentos, pero… Siempre hay peros.

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