Capítulo III: Cambio de planes


Parece mentira lo rápida y lenta que se puede hacer una recuperación y la de emociones que recorren un único cuerpo en apenas 7 meses. Digo 7 meses porque es el tiempo estipulado (el que suelen decirte de forma genérica) para recuperarse de una operación de cruzado. Cosa que no tiene por qué ser así, cada cuerpo es un mundo al igual que cada mente y, por tanto, los tiempos de recuperación dependerán de muchos factores individuales. Véase el ejemplo en mí, una infección lo complica y alarga todo. Por lo que, a pesar de que te digan cierto tiempo como referencia, no hay que luchar para conseguirlo a toda costa. Unas veces puede ir más rápido y otras más lento, hay que escuchar a nuestro cuerpo y mimarlo mucho durante este largo tiempo.

Antes de ser operada puedes sentir miedo, quizás no de la operación en sí, sino de la incertidumbre que se genera, de las mil preguntas que comienzan a pasar por tu cabeza: ¿me quedaré bien?, ¿seré de esas que se recuperan antes de tiempo o se alargará?, ¿me dolerá mucho?, ¿será dura la recuperación?... Lo dicho, MUCHA INCERTIDUMBRE. 
Pero algo extraño sucede, pasan 3 meses y casi ni te das cuenta. Has comenzado a doblar, unas veces con un dolor insoportable, otras tantas sin apenas notar nada; empiezas con ejercicios de fuerza para volver a recuperar la salchicha que se te ha quedado por cuádriceps y no hablemos del culo de chicle que hay que empezar a endurecer. De pronto pasa el cuarto mes y ya comienzas con la bici estática, con la cinta para trotar un poquito... 
                                                                      ¡Eh, que ya se ve la luz!


Comienzas a sentirte mejor, pletórica. Cada avance es una victoria y cada día quieres más, PERO debes controlar esas ganas e ir despacio, no puedes saltarte pasos... y eso genera una gran frustración en muchos momentos, sobre todo ahí, cuando parece que ya sales del túnel pero aún quedan bastantes metros que recorrer. Debes controlar mucho el ansia por volver, no pueden dominar las emociones, la cabeza fría tiene que hacer que si hay que correr 10 minutos sean 10 y no 15, "¡hemos dicho 10!". 

Una lesión hace que madures, que te conozcas de verdad. Por primera vez te ves en lo peor y a la vez, te ves saliendo de ese pozo oscuro. Cuando termina todo el proceso pareces otra pero, al mismo tiempo, sigue estando esa esencia de deportista que te hace desear volver con todas tus fuerzas a pesar de todo. SIEMPRE, A PESAR DE TODO.

Volvamos a Mayo de 2008; me encontraba en la mejor etapa de mi recuperación, disfrutando de cada uno de mis avances y de poder correr y sentir como estaba volviendo a ser yo. Mmm..., aún recuerdo los primeros días que notas como el aire da en tu cara cuando empiezas a correr...
Una tarde todo se torció. Salí a correr con mi maravillosa madre (unos 15 minutos, poca cosa) y al volver a casa noté molestias en mi rodilla izquierda, era muy raro porque ¡la tenía hinchada!. Uff, comenzó esa sensación de miedo e incertidumbre otra vez. Me mandaron una resonancia para comprobar si había algo mal pero no recibí los resultados hasta semanas más tarde. Pasadas unas 3 semanas, ese hinchazón desapareció y todo volvía a estar normal. 
"Habrá sido sólo un susto"- pensé. ¡Já, ilusa de mí!.
Llegó pues el mes de Junio y fui con mi madre a Málaga a por los resultados y yo creía que a por mi preciada alta médica. En esos momentos sólo pensaba que quería hacer la pretemporada con el equipo y darlo absolutamente todo en la pista. Me sentía lista para volver, ya no quería perder más tiempo.
El resultado de la resonancia no fue el esperado: "rotura del cuerno posterior del menisco externo", traducción: segunda cirugía de la rodilla izquierda.
"Así es la vida, te da y te quita... No queda otra, habrá que operarse para poder seguir".

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ideas para entrenamientos de Benjamines (Balonmano)

¡Más entrenamientos para Benjamines! (Balonmano)

Altibajos emocionales durante la recuperación